¿Por qué República Dominicana es estratégica?

Geografía: en el corazón del Caribe

Análisis especial de Centro Nacional de Noticias ( CENN)

  • La República Dominicana ocupa la parte oriental de la isla La Hispaniola, con costas hacia el Atlántico Norte y el Mar Caribe. Su costa se extiende por aproximadamente 1,288 km y su zona económica exclusiva cubre cientos de miles de kilómetros cuadrados de mar.
  • Esa ubicación la sitúa en medio de las principales rutas marítimas y aéreas que conectan a Suramérica —especialmente países productores como Colombia y Venezuela— con Estados Unidos, Europa y otras islas del Caribe. Esa posición convierte al país en un “puente natural” para el tránsito de drogas, armas, contrabando y otros flujos ilícitos.
  • Además, su cercanía geográfica con Haití —compartiendo la isla — y su relativa proximidad a rutas que comunican con Puerto Rico, Europa y la costa este de Estados Unidos, refuerzan su valor estratégico tanto para redes criminales como para operaciones de interdicción internacional.

Por estas razones geográficas, la República Dominicana ya había sido identificada como un país “hub” clave en las rutas del narcotráfico internacional.

La reciente autorización: un salto estratégico en defensa regional

El 26 de noviembre de 2025, el gobierno dominicano otorgó a Estados Unidos permiso temporal para usar espacios restringidos en la Base Aérea de San Isidro y en el Aeropuerto Internacional Las Américas (AILA) para operaciones logísticas vinculadas a la lucha contra el narcotráfico: reabastecimiento de aeronaves, traslado de equipos y personal técnico.

Esta medida, descrita como “técnica, limitada y temporal”, demuestra un reconocimiento tangible de que la RD puede servir como plataforma regional operativa para acciones de interdicción aérea y marítima coordinadas.

Para Washington, esto representa una ventaja doble:

  1. Fortalecer el “anillo de protección” aérea y marítima alrededor del Caribe — dificultando el tránsito de drogas hacia el norte.
  2. Contar con un aliado soberano, geográficamente bien posicionado, como hub logístico regional.

En un contexto internacional donde se intensifican operaciones como la recientemente anunciada Operation Southern Spear, acción militar-surveillancia de EE. UU. para atacar redes del narcotráfico en el Caribe y el Atlántico, la RD emerge como un punto clave de apoyo.

¿Por qué los narcotraficantes valoran la República Dominicana?

No menos importante: las mismas condiciones que la hacen valiosa para operaciones antinarcóticos la convierten en un nodo apetecido por redes criminales:

  • Según estudios de crimen organizado, la República Dominicana actúa como puente de tránsito principal para la cocaína que sale de Sudamérica hacia Europa o Estados Unidos.
  • Las rutas combinan envíos marítimos (go-fast boats, contenedores) y transporte aéreo — lo que amplía las posibilidades de camuflaje, multiplicidad de vías de escape y dispersión del riesgo.
  • La cercanía con otros focos de crisis/región conflictiva — como Haití, y las crecientes vinculaciones con flujos desde Venezuela — permiten que la República Dominicana sirva de punto transitorio para redes que mezclan narcotráfico, tráfico de armas, trata de personas y contrabando.
  • La dispersión de islas, costas, rutas marítimas complejas y múltiples puertos facilita maniobras de lavado, subdivisión de cargamentos o trasbordos, lo que complica la persecución efectiva si no hay vigilancia coordinada.

En consecuencia, para los traficantes, la RD ofrece ventajas operativas: geografía favorable, multiplicidad de rutas, flexibilidad para “esconder” cargamentos, y conexiones hacia Europa, EE. UU. y otras islas.

La doble lógica geopolítica: un tablero regional

Para EE. UU., fortalecer los mecanismos de interdicción en la República Dominicana no solo ataca al narcotráfico como fenómeno criminal: tiene implicaciones regionales y geopolíticas:

  • El narcotráfico desde países productores como Colombia y Venezuela suele usar rutas que atraviesan el Caribe: controlar esos corredores significa golpear importantes fuentes de financiamiento de organizaciones criminales e incluso de redes estatales corruptas.
  • Tener una base logística en un país con estabilidad relativa — como la República Dominicana — permite a EE. UU. proyectar poder de interdicción con menor dependencia directa de operaciones arriesgadas desde su territorio continental.
  • Esa plataforma puede servir también para intervenciones (no necesariamente militares, sino de inteligencia, vigilancia, bloqueo de rutas) en crisis como la situación en Haití, flujos migratorios, operaciones contra grupos que mezclan narcotráfico, trata de personas, armas, etc.

En ese sentido, la RD se convierte en un “pivote del Caribe”: un aliado estratégico imprescindible para Washington si pretende controlar las redes del narcotráfico, el crimen transnacional y anticipar conflictos regionales.

Riesgos, desafíos y lo que debe garantizarse

Sin embargo, este esquema no está exento de riesgos y tensiones:

  • La dependencia excesiva de cooperación extranjera puede generar cuestionamientos de soberanía real, sobre todo si las operaciones se multiplican o se escalan. Como lo aclaró el gobierno dominicano, el permiso es “temporal y limitado”.
  • Las mismas rutas que permiten la interdicción sirven de incentivo para redes criminales: mientras no haya control integral — aéreo, marítimo, terrestre y fiscalización portuaria — los traffickers pueden adaptarse como lo han hecho históricamente.
  • Y, aunque la RD sea hub ideal, también puede convertirse en blanco de represalias criminales, corrupción interna, infiltración de redes, complicidad local, lavado de activos, etc.

Para que la estrategia funcione, debe acompañarse de un plan robusto: refuerzo de instituciones nacionales, inteligencia propia, transparencia, cooperación internacional, pero también mecanismos de prevención social — porque muchas redes criminales se alimentan de desigualdades, migración irregular, corrupción, informalidad, etc.

 Una encrucijada estratégica

La decisión reciente de autorizar a EE. UU. a operar desde bases dominicanas marca un momento histórico: la República Dominicana transita de ser meramente un país de tránsito — muchas veces pasivo, controlado por redes clandestinas — a convertirse en un actor clave en la arquitectura regional de seguridad antidrogas.

Su ubicación geográfica, su infraestructura aeroportuaria y portuaria, su proximidad a zonas de crisis como Haití o Venezuela, y su rol de puente natural en el Caribe, la convierten en una plataforma estratégica con doble potencial: servir como bastión del Estado contra el crimen transnacional, o convertirse en un trampolín para las redes narcocriminales.

Si las autoridades dominicanas — con apoyo internacional — logran institucionalizar esta estrategia, mejorar control territorial integral y combinarla con desarrollo social, la RD podría transformarse en un verdadero escudo regional contra el narcotráfico, el crimen organizado, el contrabando, la trata de personas y las amenazas transnacionales.

Pero eso exige decisión, consistencia, transparencia y conciencia de que la soberanía no se cuida sólo con acuerdos, sino construyendo institucionalidad y equidad. En ese escenario, la República Dominicana ya no sería solo un país con una geografía privilegiada: sería un pilar de estabilidad y seguridad en el Caribe.

Análisis de CENN

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